domingo, 20 de abril de 2008

NUESTRA SEÑORA DEL SILENCIO




A veces, cuando abatido y humilde, hasta la fuerza de soñar se me deshoja y seca, mi único sueño se reduce a pensar en mis sueños, los hojeo entonces, como a un libro que se hojea y se vuelve a hojear sin leer más que las palabras inevitables. Sólo entonces me pregunto quién eres, figura que atraviesas todas mis antiguas visiones persistentes de paisajes que son otros que los que hay, y de interiores antiguos y ceremoniales fastuosos de silencio. En todos mis sueños o bien apareces, hecha un sueño, o, como una realidad ficticia, me acompañas. Contigo visito regiones que son tal vez cuerpos tuyos de ausencia y de inhumanidad, o tu cuerpo esencial sin contorno. Quizá yo no tenga otro sueño sino tú, quizá sólo en tus ojos, apoyada mi mejilla en la tuya, pueda yo leer esos paisajes imposibles, esos tedios falsos, esos sentimientos que habitan las sombras de mis cansancios y las grutas de mis desasosiegos. ¿Quién sabe si no son los paisajes de mis sueños el modo que encontré de no soñarte? Yo no sé quien eres tú, ¿pero sé quién soy yo? ¿Sé yo qué significa soñar como para decir qué hay de cierto en llamarte mi sueño? ¿Acaso sé yo si no eres una parte, tal vez la parte esencial y real, de mí? ¿Acaso sé yo si no soy yo el sueño y tú la realidad, yo un sueño tuyo y no tú un Sueño soñado por mí?
Mi vida es tan triste pero no pienso llorarla; mis horas son tan falsas, pero no sueño el gesto de abandonarlas.

de Fernando Pessoa.






pd: ya me decidí, voy a dejar la vida en el teatro porque no tengo otro lugar donde dejarla. Eso.

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