lunes, 9 de marzo de 2009

el último desayuno



El último desayuno puede ser sobre una mesa que es la más chuiquita del universo y debajo está la alfombra naranja o marrón, o puede ser sobre una mesada donde está el teléfono y el mate, o sobre la cama con una tuca que se despide, o puede que el último desayuno sea debajo de techos altos y puede haber libros y papeles como siempre y colores, puede ser. O puede ser en el patio, pueden ser los rulos del último desayuno, o un pelo lacio, opaco y hermoso, y la mirada puede ser clara y puede haber café y torta de alguna abuela o de una amiga o las galletitas que sean o grisines. Puede haber blancos y rosados y castaños culos que aman la vida y blancas y beiges tetas que aman amarte en silencio y la diagonal que sube por el cuello, y la lengua, la emperatriz. El último desayuno es el próximo porque uno quiere recordar el gusto de las bocas que no vuelven. Hay amor y sexo y baño y películas y música y otros amores y sexos y hay cuerpos que son tan lindos que uno se duerme pensando en cómo estarán al otro día, con un desaviyé de flores, o la desnudez que va por el primer pis de la historia de la humanidad. Y puede haber un gato y tortugas y la compu prendida y la radio. La vida se empieza con el último desayuno porque es la única manera de sobrevivir.
Y queda una taza y lo que dejó una taza o un mate a punto de lavarse y una guía de calles y uno peso con diez o con veinte y lo que hace que las cosas sean así, nosotros

y lo que pasa por el cuerpo que no son palabras

todo lo demás es el resto de las cosas

2 comentarios:

polonia dijo...

lindísimo. gusto a café conleche y otoño

Anónimo dijo...

y lo que pasa por el cuerpo que no son palabras.

gracias por escribir siempre, lo que quiero leer.

Vale... tu sabes!