
domingo, 23 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
algo así

Algo como Dios se te acerca a la mesa y te dice: “Ahora te van acompañar estas piernas recién depiladas, este piso de madera, este olor rico, esta música, estas fotocopias, estos dos números, este fijo y este celular, este saquito de lana amarillo, estas películas, estos libros en la mochila, estos siete gorros, esta remera sin corpiño, este culito blanco, estos dientes, esta poesía uruguaya, estos saltos, este tereré con jugo de naranja, esta carne con puré, este café con leche, este té con limón, estos pesos con cincuenta, esta parada de colectivo.”
Te dice eso, te muestra fotos, te deja tocar, oler, te deja pensar, te mira lo boca cuando te habla, prende un sahumerio en nombre de las almohadas y de las palabras nuevas que la gente inventa cuando algo es más o menos hermoso que lo anterior, o más terrible o más detallado o tiene mejor gusto.
Entonces una relación te acompaña durante meses o más o menos.
Entonces una relación te deja de acompañar y el primer fin de semana es un día largo que va del viernes al primer lunes.
Entonces Dios no se te acerca más. Dios o la presencia real de lo real.
Justo se me da por escribir, justo ahora, lunes, antes de no hacer nada, justo, se me puso en frente escribir, tener algo en común conmigo, algo que no me alcance a tocar pero que se me parezca, que mienta igual, que se quede quieto, invisible en el centro del mundo, sí, puedo escribir un rato largo así, con este orden, después de las dos de la mañana, antes del mediodía, entre las comidas.
Debajo de la cama los papeles, la ropa de hace un mes amontonada en una silla blanca de plástico.
Escribir, describir, plantear desde ya los principios de la escritura contingente del mundo contingente, de la gente que hace, de los que no hacen porque intuyen, de los que dejan de hacer por miedo, por abandono de sí, sí.
Anudar, destejer, comer, tocarse la barba, verse la mano, irse corriendo de una fiesta, tomar papolonga y vodka con sprite, fumar, fumar, ver pasar la gente que sabe como pasar de la mejor manera posible, hablar de más
miro por la ventana, tomo agua, me visto, me baño, escribo que escribo, coma, coma, me despierto asustado, me tomo la sopa, me fijo bien que todo siga bajando hasta que el piso quede seco.
Lo que podrías hacer es bañarte.
Che, son las diez, despertate, eu, son las diez.
Te dice eso, te muestra fotos, te deja tocar, oler, te deja pensar, te mira lo boca cuando te habla, prende un sahumerio en nombre de las almohadas y de las palabras nuevas que la gente inventa cuando algo es más o menos hermoso que lo anterior, o más terrible o más detallado o tiene mejor gusto.
Entonces una relación te acompaña durante meses o más o menos.
Entonces una relación te deja de acompañar y el primer fin de semana es un día largo que va del viernes al primer lunes.
Entonces Dios no se te acerca más. Dios o la presencia real de lo real.
Justo se me da por escribir, justo ahora, lunes, antes de no hacer nada, justo, se me puso en frente escribir, tener algo en común conmigo, algo que no me alcance a tocar pero que se me parezca, que mienta igual, que se quede quieto, invisible en el centro del mundo, sí, puedo escribir un rato largo así, con este orden, después de las dos de la mañana, antes del mediodía, entre las comidas.
Debajo de la cama los papeles, la ropa de hace un mes amontonada en una silla blanca de plástico.
Escribir, describir, plantear desde ya los principios de la escritura contingente del mundo contingente, de la gente que hace, de los que no hacen porque intuyen, de los que dejan de hacer por miedo, por abandono de sí, sí.
Anudar, destejer, comer, tocarse la barba, verse la mano, irse corriendo de una fiesta, tomar papolonga y vodka con sprite, fumar, fumar, ver pasar la gente que sabe como pasar de la mejor manera posible, hablar de más
miro por la ventana, tomo agua, me visto, me baño, escribo que escribo, coma, coma, me despierto asustado, me tomo la sopa, me fijo bien que todo siga bajando hasta que el piso quede seco.
Lo que podrías hacer es bañarte.
Che, son las diez, despertate, eu, son las diez.
volver al futuro
clasificado amatore
domingo, 9 de marzo de 2008
simpleza
jueves, 6 de marzo de 2008
autoretrato en la cama y bebido (¿2003-2004?)

“Tus collares de perlas falsas amarán conmigo mis horas mejores”.
Bernardo Soares.
Amarás conmigo mis horas mejores, amarás a la mujer en la virginidad como en la promiscuidad, en la tensión como en el andar, en la calidez como en el rechazo.
Amarás conmigo mis horas (y tus horas) echadas como vacas, mis horas gordas amarás conmigo.
Amarás los colores en los ojos y todo el ruido que no es música y la música que no pasan en la radio en mis horas mejores.
Amarás conmigo a Eduardo Mateo.
Amarás conmigo las horas mejores de mi memoria, mi memoria de verdad (y la escrita) y amarás el miedo a olvidarse de todo y el miedo a los otros que aman sus horas y los vestidos de hilo y los vestidos rayados sin corpigno y la crema en los hombros al sol.
Amarás conmigo mis cuchillos oxidados y mis vendas perfumadas, amarás las escamas de sirena en mi barba y la pólvora mojada en el lago o en un río o en la canilla al lado del baño.
Amarás conmigo las persianas y los muebles y la comida caliente.
Amarás conmigo el puré con un poco de leche y sal y pimienta y amarás el té a cualquier hora y el café del mediodía.
Amarás verte y levantarte, amarás querer verte y levantarte.
Amarás conmigo los patios verdes y blancos, las frutas y el agua fresca en los vasos altos de vidrio.
Amarás conmigo el chocolate y el porradio y el licor de guindas del sur.
Amarás conmigo el no tener que hacer y los libros.
Amarás conmigo el poco tiempo y los ensayos.
Amarás conmigo mis horas calladas y mi tiempo muerto antes de dormir.
Mi dejadez y mi tristeza amarás conmigo.
Y las pelis, claro.
Y caer enamorado en el colchón de la vereda.
Bernardo Soares.
Amarás conmigo mis horas mejores, amarás a la mujer en la virginidad como en la promiscuidad, en la tensión como en el andar, en la calidez como en el rechazo.
Amarás conmigo mis horas (y tus horas) echadas como vacas, mis horas gordas amarás conmigo.
Amarás los colores en los ojos y todo el ruido que no es música y la música que no pasan en la radio en mis horas mejores.
Amarás conmigo a Eduardo Mateo.
Amarás conmigo las horas mejores de mi memoria, mi memoria de verdad (y la escrita) y amarás el miedo a olvidarse de todo y el miedo a los otros que aman sus horas y los vestidos de hilo y los vestidos rayados sin corpigno y la crema en los hombros al sol.
Amarás conmigo mis cuchillos oxidados y mis vendas perfumadas, amarás las escamas de sirena en mi barba y la pólvora mojada en el lago o en un río o en la canilla al lado del baño.
Amarás conmigo las persianas y los muebles y la comida caliente.
Amarás conmigo el puré con un poco de leche y sal y pimienta y amarás el té a cualquier hora y el café del mediodía.
Amarás verte y levantarte, amarás querer verte y levantarte.
Amarás conmigo los patios verdes y blancos, las frutas y el agua fresca en los vasos altos de vidrio.
Amarás conmigo el chocolate y el porradio y el licor de guindas del sur.
Amarás conmigo el no tener que hacer y los libros.
Amarás conmigo el poco tiempo y los ensayos.
Amarás conmigo mis horas calladas y mi tiempo muerto antes de dormir.
Mi dejadez y mi tristeza amarás conmigo.
Y las pelis, claro.
Y caer enamorado en el colchón de la vereda.
lunes, 3 de marzo de 2008
yo caminé con un zombie

Un tipo se acuesta en su colchón.
Hay tres patrulleros en Jean Jaures y Corrientes.
Cortan el transito.
No dejan pasar a la gente.
Al lado de un tacho de basura del gobierno de la ciudad hay una bolsa de plástico de Coto con un pie, un pie aislado del cuerpo al que pertenecía.
Desde lejos se ve le sangre.
Nadie toca nada.
Hay tres patrulleros en Jean Jaures y Corrientes.
Cortan el transito.
No dejan pasar a la gente.
Al lado de un tacho de basura del gobierno de la ciudad hay una bolsa de plástico de Coto con un pie, un pie aislado del cuerpo al que pertenecía.
Desde lejos se ve le sangre.
Nadie toca nada.
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